Athletic Club

Derrota cruel

Derrota cruel

Comparecían en Iruña los contendientes con la necesitad de quienes se mueven en aguas turbulentas…

Comparecían en Iruña los contendientes con la necesitad de quienes se mueven en aguas turbulentas y el conocimiento interiorizado de que la victoria era un premio, más que apetecible, balsámico. Quien de los dos conjuntos consiguiera completo el anhelado botín, tendría recorrido un gran trecho en la sufrida senda hacia la permanencia, los números mágicos que dictan la experiencia y las matemáticas.

Tienen algo especial los duelos entre navarros y vizcaínos: el inconfundible aroma del futbol clásico. Huelen a sabor picante, a inmenso apetito de los protagonistas, a pasión desbordada de los miles de invitados, y a cuchillo, pero entre los dientes, en cada salto y en cada balón dividido. Sobremesa futbolística de las de antes. Si el guiso lo condimentan dos ‘chefs’ con el estilo y aderezos de Camacho y Caparrós, el comensal conoce de sobra y con la suficiente antelación el menú que va a encontrarse en el plato.

Tras un inicio tan impetuoso como transparente, en lo que a declaración de intenciones de ambos onces se refiere, Llorente envío arriba al cuarto de hora una dádiva de la retaguardia osasunista fruto de la insistencia de Toquero. Poco después, Masoud empujó a la red un disparo a puerta que, por mor del juego, se convirtió en asistencia letal, y con la grada en ebullición, Ocio hizo el empate en jugada de estrategia aprovechando la excelente prestación de la zurda de Yeste.

Acusaron con dureza el golpe los navarros y el Athletic pudo, si no finiquitar definitivamente el choque, sí colocarlo en el mejor escenario posible. Llorente cabeceó arriba en el segundo palo un servicio de Susaeta, Javi Martínez encaró en un mano a mano a Roberto, y hasta un centro de Toquero pareció estar más dentro de la red que en la línea de fondo ante el aliviado suspiro de la fiel parroquia navarra. Con el uno a uno, vuelta a empezar tras el necesario periplo reparador por la caseta.

Y resulta un hecho tan palmario como innegable, hasta para el seguidor rojillo más acérrino, que una precipitada decisión, en un lance puntual del juego, enmarcado en el contexto de un duelo tan brioso como noble, alteró notablemente el curso de los acontecimientos.

Y el cronista se acogerá a los cánones de lo políticamente correcto, para relatar que, con sólo cinco minutos del segundo acto transcurridos, Aitor Ocio enfiló anticipadamente el camino hacia vestuarios tras una jugada…pues eso, tras una jugada. Para dicha de aficionados y desgracia de comités varios, los partidos son televisados. Punto y seguido.

El desenlace del derbi estaba tan claro como cruel iba a resultar. Los de Caparrós, empujados por la superioridad numérica de Osasuna, intentaron atrincherarse en busca del único resultado positivo alcanzable ante la coyuntura que se presentaba. Y con el pitido final asomándose, Sergio llevó la dicha a la grada, y la lógica frustración a los nuestros, resolviendo un córner con un remate inapelable.

El Athletic suma 34 puntos. Ni antes eran momentos para la euforia, quizás se produzca en el cada vez más cercano 13 de mayo, ni debieran ser ahora motivo serio para la depresión. El objetivo sigue estando a nuestro alcance y debe recordarse que este equipo es perfectamente capaz de conseguirlo.

El sábado tendrán los leones una nueva oportunidad. Será al abrigo de San Mamés y con el Deportivo de A Coruña como rival. Debiera ser semana para la tranquilidad, el sosiego, las oportunas reflexiones de puertas de la caseta para dentro, y el trabajo.