Capítulo II: debut en Europa
En este segundo capítulo sobre las principales estrellas del fútbol mundial (excluidos los de la…
En este segundo capítulo sobre las principales estrellas del fútbol mundial (excluidos los de la Liga) que han jugado en el viejo San Mamés, nos centraremos exclusivamente en los años 50.
El 12 de diciembre de 1951, en el estreno de una gira europea, se presentó en Bilbao el prestigioso River Plate con el innovador Amadeo Carrizo, pionero en utilizar el saque de portería para iniciar un contraataque. De todas formas, en un terreno embarrado que al parecer perjudicó al cuadro argentino, el meta sufrió el juego ofensivo de los leones, que salieron victoriosos del duelo por 5-2 (dos semanas después, los argentinos se consagraron venciendo por 3-4 al Real Madrid). Ángel Labruna y Félix Loustau, dos de los componentes de ‘La Máquina’, otra de esas delanteras que aparece en las enciclopedias del fútbol, figuraron en el once inicial de un River Plate, que, además de depositar un ramo de flores a Pichichi, tuvo el detalle de hacer un obsequio a Zarra, que saltó al campo vestido de paisano para recogerlo. Las crónicas destacaron en aquel choque a Loustau por su juego, aunque el ídolo de la afición de los ‘millonarios’ era el goleador Labruna; podría ser un símil a lo que ha sido Zarra para el Athletic Club. Labruna falleció con 64 años en 1983 por un paro cardiaco. El destino quiso que en el momento de su muerte cayera en brazos del meta Ubaldo Fillol, que ganó el Mundial con Argentina en 1978. Ya que citamos a un campeón del mundo, hay que subrayar que La Catedral acogió a dos de los artífices del ‘Milagro de Berna’, aquella final de 1954 en la que los alemanes remontaron un 0-2 adverso contra todo pronóstico ante el combinado húngaro, que estaba predestinado a llevarse la gloria. Max Morlock acortó distancias y Helmut Rahn marcó los otros dos tantos, algo que le convirtió en héroe popular. El primero de los citados jugó un amistoso en Bilbao con el Nurenberg el 23 diciembre de 1951 (2-4) y el segundo, con el campeón de la Copa alemana, el Rot Weiss Essen, el 10 de mayo de 1953 (5-1), en un encuentro organizado por la Federación Vizcaina. Rahn fue Balón de Plata en 1958 por detrás de Raymond Kopa (Real Madrid).
El 8 de diciembre de 1953, el Independiente de Avellaneda le asestó su peor derrota internacional al Real Madrid de Di Stéfano en Chamartín (0 a 6). En Madrid no salieron de su asombro ante el poderío ofensivo de los argentinos. ‘Una verdadera obra de arte’, tituló la prensa deportiva. Otro de los rivales de su gira fue el Athletic Club, que alertado de su potencial, le plantó cara en San Mamés hasta derrotarlo por 5-2. Eso sí, su estrella, Ernesto Grillo, acabó siendo expulsado por pegar al árbitro. Al margen de ese suceso, Grillo fue un jugador excepcional y en Argentina se le recuerda por un gol de leyenda que le hizo a Inglaterra el 14 de mayo de 1953. Fue tan importante su significado, que en homenaje a ese tanto se instituyó en esa fecha el Día del Futbolista Argentino.
A mediados de los 50, el fútbol tomaba otro rumbo con el estreno de las competiciones internacionales a nivel de clubes que hoy se denominan Champions League y Europa League. El Athletic Club entró en escena en calidad de campeón de la Liga en la segunda edición de la Copa de Europa (1956/57). Tras eliminar al Oporto, los pupilos de Ferdinand Daucik se emparejaron en octavos de final con el formidable Honved de los delanteros Puskas, Kocsis y Czibor y el centrocampista Bozsik, piezas básicas en el engranaje de aquella mágica selección magiar (la que perdió en la final del Mundial de 1954), que marcó un hito tras derrotar a Inglaterra por 3-6 en Wembley en 1953, echando por tierra la incuestionable táctica WM inglesa. Esos cuatro futbolistas desplegaron su juego en San Mamés, pero cayeron ante un gran Athletic (3-2) y, en la vuelta, que se celebró en Heysel (Bruselas) al producirse la invasión soviética de Hungría, los leones arañaron un valioso empate a tres que les bastó para pasar de ronda. Fue el último partido oficial con la camiseta del Honved de Puskas, Kocsis y Czibor (el primero militó después en el Real Madrid y los otros dos, en el FC Barcelona), puesto que decidieron no volver a su país, ocupado ya por las tropas de la antigua URSS.
Ya en cuartos de final, los leones recibieron en casa al Manchester United bajo un manto de nieve, en un inolvidable partido que acabó con triunfo bilbaino (5-3), aunque se consumó su eliminación en Maine Road (3-0), feudo de los ‘citizen’. En cualquier caso, el público de San Mamés quedó impresionado por el juego del internacional de 21 años, Duncan Edwards, que estaba llamado a ser el mejor futbolista inglés de todos los tiempos. Aquel joven de complexión atlética, que acabó siendo el más carismático de los ‘Busby babes’, fue uno de los ocho ‘diablos rojos’ que fallecieron un año después en el accidente aéreo de Munich.
Para homenajear a Mister Pentland, el 8 de diciembre de 1959, nuestro Club invitó al Chelsea, al que se le ganó por 1-0 con un gol en propia puerta del defensa Sillet, quien le envió a su portero un balón bombeado desde fuera del área que se coló en la red. En el once inicial londinense se alineó el ‘rey del gol’ en la historia de la Liga inglesa, Jimmy Greaves, seis veces Pichichi, cuatro de ellos con el Tottenham Hotspur. En su carrera deportiva, a Greaves le quedó clavada la espina de no haber vivido en la hierba el momento estelar del fútbol inglés, la final del Mundial de Wembley de 1966, ya que el seleccionador Alf Ramsey le sentó en el banquillo.

