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Virtudes y consecuencias de ser un club de cantera

Virtudes y consecuencias de ser un club de cantera

A primeros de agosto de 2017, hace un año aproximadamente, el periódico británico The Independent…

A primeros de agosto de 2017, hace un año aproximadamente, el periódico británico The Independent se refirió al fichaje de Neymar por el PSG como el traspaso que definía la era del fútbol moderno. En todo el mundo se publicaron reflexiones similares que incidieron en el aspecto simbólico de la noticia. 222 millones de euros de la cláusula de rescisión del Barcelona más un sueldo cercano a los 30 millones netos anuales. Ante cifras y salarios tan desorbitados, la alargada sombra de la burbuja futbolística planea sobre el mundo del fútbol y amenaza, aunque de forma aún lejana e imprecisa, con convertirse en una futura realidad de consecuencias imprevisibles.

  • Entre el deporte y el espectáculo, la industria

Durante más de medio siglo, una vez relegado el fútbol amateur, el espíritu deportivo del juego se mantuvo más o menos indemne a pesar del crecimiento paralelo del fútbol como espectáculo de masas. En la actualidad, el peso de la industria y del negocio ha adquirido tal relevancia que cada vez más voces ponen en duda la propia esencia deportiva del fútbol moderno. Estas voces basan sus cuestionamientos en datos como el siguiente: en temporada 2016/17, por ejemplo, en una misma competición, LaLiga, el club más poderoso podía gastarse en la confección de su plantilla 26,8 veces más dinero que el club más pobre, según se deducía de los límites de coste de plantilla publicados por LaLiga. Sin duda, el choque entre ambos equipos se retransmitió en todo el mundo con éxito de audiencia, pero quizá no fuera un espectáculo deportivo en el sentido originario y estricto del término “deportivo”. O quizá sí, puesto que no hay duda de que al campo saltaron once contra once y disputaron el partido bajo las mismas normas.

  • El prestigio internacional de la filosofía del Athletic

Sea como fuere, ante este panorama determinado por la influencia del dinero, la filosofía del Athletic Club ha llamado la atención en Europa y en el mundo precisamente por su relación con el espíritu deportivo del juego. Así lo han subrayado medios y estudios de muy diversos países, entre los que cabe destacar a The New York Times, The Guardian o Sky Sports.

En el Athletic Club Museoa se exhiben dos fotografías antiguas que muestran al último equipo rojiblanco que jugó con extranjeros (abril de 1911) y al primero que lo hizo solo con jugadores de la tierra (diciembre del mismo año), dando así comienzo a la centenaria filosofía del Club. El fútbol llegó a Bilbao de la mano de los ingleses, y los ingleses llegaron de la mano de la industrialización de la villa, así que, como era de esperar, en esos primeros años, desde 1898 a 1911, el Athletic jugó con ingleses vinculados a la industria y a la minería en sus filas.

Resulta relevante destacar que el fútbol entonces era un deporte no profesional, es decir, amateur, y una de sus prioridades, como ocurre en todos los deportes, consistía precisamente en respetar su espíritu deportivo.

En aquellos tiempos, todavía no había Liga, pero sí se disputaba el Campeonato de Copa. Y a algunos equipos supuestamente no les convencía del todo que en el Athletic jugaran ingleses. Algunos de estos ingleses, además, parece que no estaban instalados en Bilbao, sino que podían acudir expresamente a jugar algún partido decisivo. Así que varios equipos participantes presentaron una protesta formal porque, de alguna manera, pensaron que la presencia de aquellos ingleses contravenía el espíritu deportivo. Y el hecho es que al Athletic le retiraron el título de aquel campeonato (posteriormente restituido) y lo apartaron de la Federación.

Los leones volvieron al siguiente año, 1912/13, pero ya sin extranjeros.

  • Sentido de pertenencia y mérito deportivo

Junto a la filosofía, si algo despierta el interés de cualquier observador de nuestro Club es el vínculo entre el equipo y la afición, una unión que incluso ha aumentado a pesar de que el palmarés rojiblanco haya menguado con el aumento de la competitividad y se parezca poco al glorioso de antaño. No cabe duda de que el auge de ese sentimiento de pertenencia obedece tanto a la naturaleza de la filosofía como a su creciente singularidad. De alguna forma, lo que se ha perdido en títulos se ha ganado en mérito deportivo, y la afición, y cada vez más el resto del mundo, lo reconoce.

La distancia insalvable que de unos años a esta parte separa al Athletic Club de sus rivales por antonomasia, el Real Madrid y el Barcelona, se relativiza considerablemente si atendemos a la manera en que estos equipos han logrado sus resultados, más que a los resultados en sí mismos. Desde un punto de vista estrictamente deportivo, los méritos de quien compra cada año a los mejores futbolistas del mundo (hasta hace poco, seis de los diez traspasos más caros de la historia llevaban la firma culé o merengue) son muy diferentes de los méritos de un equipo que compite con una mayoría de canteranos. Resulta difícil establecer hasta qué punto clubes como el Real Madrid y el Barcelona trasladan sus méritos del terreno deportivo a un ámbito también comercial, al menos en tanto en cuanto su éxito deportivo queda ligado al acierto en los fichajes de sus futbolistas.

Hoy en día, la clasificación histórica de LaLiga indica que el Athletic Club ocupa el quinto puesto y que nuestros rivales en la tabla son el Valencia, cuarto, y el Sevilla, sexto. Dos equipos históricos que, a diferencia del Athletic Club, sí han bajado en algún momento de su historia, y hasta recientemente, a la Segunda División. Se trata, además, de dos adversarios con un creciente reconocimiento internacional gracias a sus participaciones en las competiciones europeas, en especial, el Sevilla FC, debido a los tres títulos conquistados de manera consecutiva en la UEFA Europa League. Precisamente, el último de ellos, el correspondiente a la temporada 2015/16, tras eliminar al Athletic Club en la tanda de penaltis de los cuartos de final.

  • Dos formas distintas de competir a parecido nivel

Sin embargo, merece la pena detenerse en un análisis comparativo de los tres clubes para darnos cuenta de hasta qué punto conviven dos formas distintas de competir a similar nivel. De un lado, un proyecto basado en la cantera; del otro, el modelo prototipo del fútbol moderno, dependiente del éxito de la política de fichajes en función de un presupuesto concreto.

En las siete últimas temporadas (de la 2011/12 a la 2017/18), por ejemplo, la media de la clasificación en LaLiga de los tres equipos es relativamente cercana. El Athletic ha quedado tres veces por delante del Valencia y dos veces por delante del Sevilla, solo superados por los promedios del Barcelona, el Real Madrid y el Atlético de Madrid (el Villarreal descendió en la 2011-12).

Las diferencias importantes surgen al comparar otros factores. Por ejemplo, si reparamos en los onces titulares de los últimos años, el Athletic ha jugado con 8,1 canteranos de media, mientras que el Valencia y el Sevilla lo han hecho con 1,3, es decir, casi siete puntos (futbolistas) de once de diferencia.

Del 2011 al 2017, el Valencia compró a 52 jugadores, con una media de 15,8 extranjeros en la plantilla. El Sevilla, por su lado, adquirió a 63 futbolistas, y su media de extranjeros alcanza los 17,1. El Athletic Club en ese tiempo ha fichado a 11 jugadores (sin contar a Capa, Ganea ni Íñigo Martínez), pero 7 de ellos habían pasado previamente por su cantera. El Valencia ha tenido 11 entrenadores; el Sevilla, 6; y el Athletic 3, Bielsa, Valverde y Ziganda, antes de la incorporación de Eduardo Berizzo para esta temporada 2018/19.

  • A contracorriente

Lo cierto es que, en el panorama actual del fútbol de élite, al Athletic se le considera una rara avis, un club que vuela con el viento en contra.

Desde la sentencia Bosman de 1995, la corriente del fútbol se ha ido volviendo cada vez más y más en contra de los intereses rojiblancos. Los clubes poderosos económicamente se han multiplicado a nuestro alrededor, no solo en Inglaterra, Francia, Italia o Alemania, sino también en nuestra propia competición doméstica. Las multinacionales y las televisiones al frente han transformado la competición deportiva de manera radical.

En ese mismo río se encuentra el Athletic Club nadando con el mismo objetivo de siempre y con la misma filosofía deportiva centenaria que lo hace único y, en cierta manera, asombroso. Cuando The Guardian encabezó su reportaje con el titular “This is Athletic Club: the club whose loyalty to local talent is not negotiable” (“Este es el Athletic Club: el club cuya lealtad al talento local no es negociable”), sin duda hacía referencia a ese asombro que origina nuestro sentido de pertenencia. A pesar de todo, nuestra razón de ser es volver una y otra vez, cada temporada, a nuestro origen; ser fieles a nosotros mismos aun a costa de nadar contracorriente; salvar los obstáculos y alcanzar el lugar de donde podamos empezar otra vez el ciclo con nuevas generaciones de canteranos.

Nadie ha forzado al Athletic a ser como es ni necesita compararse con ningún otro club para reafirmar su filosofía deportiva. Cada cual elige su camino. Que el Athletic se haya convertido en un club objetivamente especial en la élite, en el fondo, no es más que una señal de los tiempos, los cuales han marcado un rumbo diferente y globalmente aceptado. Del mismo modo, son esos mismos tiempos los que también señalan que el prestigio de una imagen aumenta con su exclusividad. En definitiva, virtudes y consecuencias de ser un club de cantera único.

**Las fuentes consultadas corresponden a la web www.bdfutbol.com.