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Unos actos con esencia rojiblanca

Unos actos con esencia rojiblanca

Los actos de entrega de insignias de oro y placas conmemorativas a las socias y…

Los actos de entrega de insignias de oro y placas conmemorativas a las socias y socios con 50 y 75 años de antigüedad reflejan con bastante precisión la esencia de lo que es el Athletic. El palacio de Ibaigane, un edificio histórico de principios del siglo XX inspirado en la arquitectura tradicional vasca, se erige en el escenario idóneo para que el Club pueda reconocer y agradecer a quienes, año tras año, dan sentido al rumbo marcado por una forma de competir única.

Bajo las espectaculares vidrieras pintadas por Anselmo Guinea con motivos vascos, en el atrio central del palacio, las personas homenajeadas se acomodan en las sillas dispuestas para la ocasión en el patio interior, muchas de ellas acompañadas de familiares cercanos. Tras el discurso de acogida por parte del presidente, se proyecta un vídeo con fotografías de época, en blanco y negro, y la música escogida para acompañar las imágenes cargadas de vida y memoria es Izarren hautsa, en la versión que inmortalizó Mikel Laboa.

No se trata de una elección cualquiera. A la melodía lírica, a la voz inconfundible del bardo, se une una letra que encaja a la perfección con el ideario rojiblanco. Cualquiera que sienta al Athletic como propio hallará en los versos de Xabier Lete inspiración para comprender parte de su identidad. “Y así vivimos, dando forma una y otra vez sin descanso a la opción que hemos elegido ser. Salimos adelante a base de trabajo, conscientes de que somos parte de esa cadena que nos trasciende”. Mientras se proyectan estampas del pasado protagonizadas por algunos de los asistentes, como Iribar, Argoitia o Igartua, la letra de Izarren hautsa sirve de banda sonora a las miradas atentas, a las sonrisas emocionadas y a los gestos nostálgicos del público. “Nosotros también somos alguien e intentamos ver la vida desde nuestro lugar en el mundo: apartándonos de los sueños necios y abriéndonos paso después de quemar la maleza”.  Entre las y los congregados, personas muy distintas entre sí pero que, de alguna manera, se identifican con una misma idea de club, y, sin saber muy bien cómo, sienten que esa identificación va más allá del fútbol y guarda relación con la vida misma, con quienes les precedieron y con quienes les sobrevivirán. “Del mismo tronco del que nacimos nosotros nacerán los demás, y las ramas jóvenes continuarán en esa misma pelea. Dueños de nuestras decisiones y levantándonos cada vez que nos caigamos”.