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Raimundo Pérez Lezama, uno de los “Niños de la Guerra”

Raimundo Pérez Lezama, uno de los “Niños de la Guerra”

Hoy, 20 de junio, Dia Mundial de los Refugiados, recordamos a Raimundo Pérez Lezama, uno de los jugadores que se vio forzado a emigrar a Inglaterra por el avance de la Guerra Civil

Hoy, día 20 de junio, se celebra el Día Mundial de los Refugiados. Raimundo Pérez Lezama, portero del equipo rojiblanco de 1941 a 1957, fue uno de los “Niños de la Guerra” que se vio forzado a emigrar a Inglaterra ante el avance de la Guerra Civil.

El cancerbero es uno de los grandes de la historia de nuestro club. Mantuvo fielmente la puerta rojiblanca bajo su custodia durante dieciséis años (aunque ya pertenecía al Athletic un año antes) y solo en las dos últimas temporadas comenzó a ceder las llaves de la titularidad a un joven prometedor Carmelo Cedrún, que también se convertiría después en otro guardián legendario. De hecho, Lezama fue el iniciador de una estirpe de porteros que han adquirido el calificativo de mítico en el Athletic Club a partir de la conclusión de la Guerra Civil, ya que en esa sucesión de guardametas singulares fue José Ángel Iribar quien relevó más adelante al gran Carmelo.

Lezama destacó en varios deportes como el fútbol y la pelota a mano durante su niñez, pero no fueron precisamente años de sosiego los que vivió en su Barakaldo natal. Le sobrevino la contienda civil española, cuya máxima expresión de terror fueron los crueles bombardeos sobre localidades como Durango o Gernika que acabaron por meter el miedo en el cuerpo a los habitantes de este país, y fruto de ello, muchas familias se vieron arrastradas a salvaguardar a sus vástagos lejos del conflicto bélico. Por este motivo Lezama, a sus 14 años, y su hermano menor Luis, junto a otros 4.000 niños, fueron embarcados en el buque ‘Habana’ desde Santurtzi rumbo a Inglaterra. El barco atracó en el puerto de Southampton y los dos hermanos quedaron internados en el hogar San Nazareth, un orfelinato católico de la mencionada ciudad inglesa. Allí destacó Raimundo por sus cualidades técnicas con el balón, que no pasaron desapercibidas para su tutor Toby Keller, un comandante de la RAF (Real Fuerza Aérea británica), que más adelante le contrató como chófer personal. Keller, miembro de la junta directiva del Southampton Football Club, recomendó al ‘manager’ del equipo Tom Parker que fijara su mirada en aquel muchacho espigado con grandes dotes para los deportes.

No tardó Lezama en incorporarse a la sección juvenil del club del condado de Hampshire en la posición de delantero centro, con el que se proclamó varias veces campeón regional, pero un buen día se lesionó el portero y decidió ocupar el marco. En esa posición jugó durante 25 años hasta su retirada.

Lezama, Pérez a secas para los ingleses, subió al primer equipo, que entonces disputaba sus partidos como local en el estadio The Dell (desde 2001 juega en el St. Mary’s Stadium) y debutó contra el Arsenal, con 17 años, en la “London Combination”, una liga oficiosa que aglutinaba a jugadores sin destino militar fijo en un ambiente ya prebélico a nivel mundial. Se estaba fraguando la II Guerra Mundial.

Fulham, Chelsea, Portsmouth y Arsenal eran algunos de los prestigiosos contendientes a los que se enfrentó. Raimundo no era el único vasco del entorno. El durangués Sabino Barinaga, delantero centro de raza, máximo goleador del equipo que posteriormente triunfó en el Real Madrid, también era parte integrante de los ‘Saints’.

Lezama regresó a Barakaldo y, al poco tiempo, fichó por el Arenas Club de Getxo de Segunda División. La alineación del club arenero se recitaba de carrerilla por entonces: Pérez (Lezama); Basaguren, Larrazabal, Zalbidea, Tellados, Gochi, Landabaso, Campa, Larrondo, Bilbao y Juanito Ochoa. Solamente él entrenaba con sus relucientes botas traídas de Inglaterra, el resto de sus compañeros lo hacía con alpargatas. A los cuatro meses el Athletic, inmerso en plena reconstrucción de su plantilla, fichó al joven guardameta de Barakaldo de cara a la temporada 1940/41. Con la baja por una grave afección pulmonar de su portero Josetxu Echebarria, Lezama finalmente hizo su debut el 27 de septiembre de 1942, sin llegar a cumplir los 20 años de edad, en un apabullante Athletic 5 – Real Betis 0. Permaneció en el club rojiblanco hasta 1956/57 consiguiendo dos ligas, la primera en 1943 bajo las órdenes de Juan Urquizu con el equipo tipo formado por Lezama; Mieza, Oceja; Ortúzar, Ortiz; Iriondo, Panizo, Zarra, Gárate y Gainza, y la segunda, en 1956, con Ferdinand Daucik en la dirección técnica. También logró seis copas (1943, 1944, 1945, 1950, 1955 y 1956), por lo que atesora dos dobletes en su carrera. A los treinta años le llegó la hora del relevo. Ley de vida, llegaba Carmelo para sucederle.

A lo largo de su carrera, Lezama destacó por su sobriedad y la seguridad que transmitía a sus defensas, pero sobre todo sorprendió por usar los pies casi tanto como las manos. El fútbol español estaba siendo testigo de la llegada de un portero diferente, con métodos totalmente desconocidos hasta entonces, de ahí que se le considere como el precursor de la modernidad bajo los palos. Aportó a la Liga algunas innovaciones importadas de Inglaterra, como su posición adelantada, el saque potente con la mano hasta el centro del campo o salir fuera del área con el balón controlado. Algunas de estas acciones no eran del agrado de los árbitros, que en ocasiones incluso le llegaron a reprochar, pero él les contestaba que las había aprendido en la cuna del fútbol. También paraba el balón con el pie en las cesiones de los defensas y lo jugaba de inmediato para imprimir más velocidad a la jugada.

Colgó las botas unos meses, pero retornó al futbol para echar una mano a la Sociedad Deportiva Indautxu, presidido por su amigo Jaime de Olaso. Fichó después por el Sestao donde permaneció dos años y de allí volvió al Arenas, donde después de una temporada se retiró definitivamente a la edad de 39 años.