Athletic Club - FC Barcelona

Fue una gran fiesta. El regreso del público a San Mamés más de 500 días después no pudo tener mejor homenaje. Porque ni siquiera un resultado injusto para los méritos del Athletic, un empate a un gol ante el FC Barcelona, empañó el brindis futbolístico de los leones a su público, que ha tragado saliva y sufrido desgracias con la pandemia hasta asomarse a su hogar. Un desdichado error, aprovechado por ese monstruo que asoma a LaLiga que se llama Memphis Depay, dejó a los de Marcelino sin los tres puntos que merecían gracias un cabezazo soberbio de Iñigo Martínez.

El Athletic fue valiente no, lo siguiente. Mientras le duraron las fuerzas, más de una hora, atosigó a los de Koeman, totalmente empotrados atrás atónitos ante el huracán rojiblanco. Amenazó Iñaki Williams de salida, aunque la primera gran ocasión fue de Braithwaite. El propio Iñaki respondió con una acción de fe que aún no sabe cómo le paró Neto.

La suerte no era rojiblanca. El desgaste tremendo merecía el gol y debió llegar en un derechazo mortal de un tremendo Sancet al larguero. Llegarían más opciones, con Williams siempre rugiendo, tras robos de balón muy arriba. Y el Barça reclamó gol en una chilena de Araujo, pero Martínez Munuera había señalado la clara falta sobre Balenziaga.

Marcelino arengaba a sus fieras en su primera cita con público. Y en segundos después del descanso, Araujo le robó en la raya de gol un tanto a Berenguer tras nueva porfía de Iñaki. Tenía que llegar el gol y apareció en el 49’, en el enésimo córner local. Iñigo Martínez mandó a las mallas con un cabezazo espectacular el saque de Muniain. Sancet tuvo el segundo en un zurdazo, aunque por pura lógica empezaban a pesar las piernas.

De Jong mandó un balón al larguero y en el 74’ llegó el contragolpe mortal de Memphis Depay, que luego tuvo el 1-2. Pero el Athletic quiso buscar la victoria y Nico Williams forzó la expulsión de Eric García, una falta propicia que Iñigo mandó a la barrera. Una noche emotiva, con la aparición de Aduriz y el aplauso de la afición que no le había podido dar, el saque de honor de la afición. La despedida al equipo fue a lo grande pese al empate. Puro orgullo rojiblanco.